Es una realidad que, en los
países en vías de desarrollo y más concretamente en las zonas rurales de
éstos, las mujeres embarazadas dan a luz
a su hijos en casa. En el mejor de los casos son ayudadas por comadronas e
incluso algunas sin la formación adecuada. Experiencias de este tipo se ven
reflejadas en las vivencias de Khai (Laos), Momina (etiopía), Phalla (Camboya),
Mukesh (Nueva Delhi, India), Hamad (Líbano), Rosario (Guatemala) y Petronille
(Ruanda) que se exponen en el tercer vídeo de 7 mil millones de otros que cuelgo en el blog.
Afrontar un parto en una vivienda
agrava los problemas que se puedan ocasionar debido a que se reduce la
posibilidad de asistencia médica; Khai nos cuenta como para ella fue aterrador
dar a luz colgada en un rincón de su casa y con la simple ayuda de una
comadrona, pero ella tuvo suerte de no tener partos complicados y, que dentro
de las circunstancias, fueron exitosos. La experiencia de Rosario ha sido más
desalentadora, pues cada parto ha durado 2 ó 3 días y han sido bastante
dolorosos.
En experiencias como éstas se
refleja la creciente necesidad de tener centros de salud y paritorios con los
medios, instalaciones e instrumentos adecuados, que estén situados en zonas
rurales y que sean accesibles para todos. Por ejemplo, en el caso de Phalla,
ella tiene la posibilidad de ir a un hospital a dar a luz; quiere ir al
hospital y tiene miedo de dar a luz en
casa, pero su realidad económica no se lo permite, pues el hospital más cercano
está bastante retirado y el viaje hasta allí le cuesta un dinero que no tiene.
Por otra parte, no solo basta con
construir más centros sanitarios, sino también hay que sensibilizar a la
población sobre la importancia que tiene dar a luz en un lugar habilitado para
ello. Hay que cambiar la mentalidad y concepto que se tiene sobre el tema; pues
muchas son las personas que como, Rosario, piensan o les dicen que ir al
hospital es sinónimo de muerte, por ello tienen miedo de acudir a centros
especializados y prefieren afrontar el parto en casa.
Aun así me quedo con ese dulce
sabor de saber que cada vez hay más servicios sanitarios que ayudan a las
mujeres más pobres a dar a luz en centros bien equipados, y esto es posible
gracias a la labor que llevan a cabo diversas ONGD e instituciones u organismos
comprometidos con la cooperación al desarrollo. Pero esto no debe de quedarse
en este punto, hay que seguir ayudando y aumentar la dotación de centros y
personal especializados en partos; todavía hay mucho trabajo por hacer.